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07 de Abril de 2020

Derecho a la ciudad en tiempos de COVID-19, por Belen Desmaison*

Ser urbanista en estas épocas de pandemia es contradictorio. Abogamos por ciudades justas, inclusivas y equitativas promoviendo una planificación y diseño urbano que permitan el acceso y goce de áreas e infraestructura públicas de calidad. Para nosotros, estos espacios y encuentros cotidianos son los que permiten el desarrollo de las personas y forjan un sentido de ciudadanía. Por ello, motivamos a que la gente se reúna y use el espacio urbano y el transporte público. No se puede entender la ciudad para transformarla sin estar en ella y observar sus dinámicas diarias.

Nuestras rutinas han dado un vuelco y nos encontramos ante una situación global, sin precedentes, en la que la mejor manera de sobrellevarla es a través del aislamiento social.

Ahora, en cambio -sumándonos a las recomendaciones de los especialistas en salud-, pedimos a la ciudadanía que se quede en casa. Negamos, momentáneamente, habitar la ciudad, con la notable excepción de los trabajadores que, de la noche a la mañana, pasaron a ser esenciales: recogedores de basura, barrenderos, quienes atienden en los supermercados, entre otros. En estas últimas semanas, nuestras rutinas han dado un vuelco y nos encontramos ante una situación global, sin precedentes, en la que la mejor manera de sobrellevarla es a través del aislamiento social.

No me gusta mucho este término. Lo que hemos visto en estos últimos días más bien refleja un acercamiento social a través de actos de solidaridad, a pesar del aislamiento físico. Nuestros balcones y ventanas se han convertido en las nuevas plazas. Esa solidaridad entre nosotros, en parte, gracias a las redes sociales, es la que debe primar en estos momentos para poder sacar al país –y al planeta– de esta crisis. Vivimos en una región donde el simple hecho de poder cumplir con la cuarentena es de por sí un privilegio. Sí, somos todos iguales pues somos todos susceptibles al contagio. Sin embargo, nuestras capacidades y condiciones para afrontar este estado de emergencia sacan a relucir las grandes desigualdades que vivimos en nuestras ciudades.

Nuestros balcones y ventanas se han convertido en las nuevas plazas. Esa solidaridad entre nosotros es la que debe primar en estos momentos para poder sacar al país –y al planeta– de esta crisis.

Algunos de nosotros cumplimos el aislamiento en un domicilio con todas las comodidades, como un refrigerador abastecido y la facilidad de poder teletrabajar. Otros, en viviendas de mínimas dimensiones, soportando fuertes temperaturas, sin agua y aislados del resto de la ciudad. Y otros tantos, ni siquiera pueden “quedarse en casa” pues no tienen una. Los que menos tenían antes de la pandemia son los que serán golpeados más duro por la enfermedad y por las medidas para frenar su expansión. Como urbanista, resulta imposible no pensar cómo el espacio urbano influye directamente en el grado de vulnerabilidad de las personas ante situaciones de riesgo como esta.

Momentos así ponen a flote las debilidades y carencias de nuestra sociedad, incluidas las desigualdades socioeconómicas acentuadas por la segregación espacial de nuestras ciudades. Asimismo, las ya virales imágenes de animales disfrutando de concurridos espacios urbanos sin personas evidencian el impacto de nuestras actividades diarias sobre el medio ambiente. La calidad del aire en varias ciudades del mundo, como Lima, ha mejorado sustancialmente.

Momentos así ponen a flote las debilidades y carencias de nuestra sociedad, incluidas las desigualdades socioeconómicas acentuadas por la segregación espacial de nuestras ciudades.

Hoy nos encontramos en un punto de quiebre que transformará nuestras vidas y nuestra manera de comportarnos. Esta pausa forzosa es el momento preciso para reflexionar sobre el impacto que ejercen nuestros ritmos de vida sobre el medio ambiente y en nuestras sociedades, y repensar qué es realmente lo “esencial” con miras hacia ciudades más justas y espacios urbanos sostenibles.


*Belen Desmaison. Miembro de la Asamblea de INTE-PUCP. Arquitecta Urbanista. Magister en Diseño Urbano para el Desarrollo en The Bartlett – Development Planning Unit de University College London (Reino Unido). Docente del Departamento de Arquitectura, PUCP.

Fuente: Punto Edu

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