Desafíos actuales de las Áreas Naturales Protegidas en Perú: Hacia una gestión eficaz
Perú es una de las naciones más biodiversas del mundo, con sus Áreas Naturales Protegidas (ANP) como pilares de conservación. Sin embargo, la falta de recursos y coordinación pone en riesgo la sostenibilidad de estos espacios.
Las Áreas Naturales Protegidas (ANP) en el Perú representan un valioso patrimonio natural que contribuye a la conservación de la biodiversidad, el desarrollo sostenible y el bienestar humano. Sin embargo, estos espacios enfrentan retos que amenazan su sostenibilidad, desde la gestión deficiente hasta la presión del cambio climático y el desbalance entre extensión y protección efectiva. “Hemos alcanzado la meta nacional para áreas protegidas en el territorio, pero la realidad es que la gestión no responde a esa misma magnitud de cobertura”, señala Ana Sabogal, Dr. rer. nat. en Ciencias Naturales e investigadora del INTE-PUCP.
El desbalance entre expansión y gestión en las ANP
El Perú ha alcanzado su meta de proteger el 17% de su territorio a través de ANP. Sin embargo, Sabogal recalca que lograr esta cobertura ha creado un desbalance con la capacidad real para gestionarlas adecuadamente. Las ANP en el país enfrentan dificultades prácticas debido a una baja dotación de personal y recursos: “La cantidad de personal y recursos asignados es insuficiente para abarcar la gran extensión de las áreas protegidas, resultando en una administración limitada y vulnerable”, expresa Sabogal.
Para abordar este reto, la investigadora detalla que resulta imprescindible que las entidades gubernamentales, como el Ministerio del Ambiente y el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP), asignen mayores recursos a la gestión y fortalezcan su rol operativo en el territorio. Pero además, la coordinación entre el Estado central y los gobiernos locales es fundamental. La carencia de esta cohesión obstaculiza la ejecución de políticas de conservación que deberían aplicarse no solo desde Lima, sino también en estrecha relación con las comunidades locales.
El cambio climático como intensificador de los desafíos
El cambio climático se ha convertido en un factor de presión crítica para las ANP en Perú. El aumento de la sequedad en diversas áreas ha derivado en, por ejemplo, la reciente intensificación de incendios forestales, fenómeno que impacta los ecosistemas, y también dificulta la conservación en áreas de alta montaña y en la Amazonía. “La intensificación de incendios debido a la mayor sequedad en las áreas protegidas es solo uno de los efectos del cambio climático que actualmente desafía los esfuerzos de conservación”, advirtió Sabogal.
La intensificación de la presión sobre estas áreas se observa también en la expansión agrícola. A medida que la sequía afecta los cultivos en otras zonas, la agricultura se desplaza hacia áreas protegidas, poniendo en riesgo los ecosistemas en la Amazonía y generando conflictos por el uso del suelo. La tendencia hacia la expansión agrícola en áreas protegidas representa un desafío mayor, ya que exige la implementación de medidas que regulen y limiten el acceso a estas zonas.
Necesidad de una visión local para la recuperación de áreas degradadas
A pesar de las metas nacionales para la conservación, existe un desafío latente en recuperar áreas degradadas en las ANP. Según Sabogal, esta recuperación debería ser una prioridad dentro de los objetivos de conservación. “El proceso de restaurar áreas degradadas debería formar parte de un plan integral de conservación, ya que su recuperación es esencial para mitigar las pérdidas y preservar los servicios ecosistémicos que sostienen la biodiversidad y las comunidades», subraya.
La recuperación de áreas degradadas no solo beneficia a la biodiversidad, sino que también mitiga los efectos del cambio climático y ayuda a mejorar los servicios ecosistémicos que estas áreas proporcionan a las comunidades, desde la provisión de agua hasta la regulación del clima. El proceso, sin embargo, requiere un compromiso efectivo entre las autoridades, los especialistas y la población local para llevar a cabo proyectos de restauración que involucren y sensibilicen a las comunidades.