Día Interamericano de la Calidad del Aire: Lima sigue enfrentando desafíos significativos en la región
Cada 9 de agosto se conmemora el Día Interamericano de la Calidad del Aire para promover la concientización sobre la importancia de un aire limpio en la salud pública y el medio ambiente. Pero en Lima, ¿qué tan lejos estamos de tener un aire verdaderamente saludable?
Según el Air Quality Life Index (AQLI) de 2023, nuestra capital encabeza la lista de las urbes con mayor contaminación en la región, con niveles de material particulado que en algunos distritos superan en más del doble las recomendaciones de la OMS.
Los datos subrayan la urgente necesidad de abordar las fuentes y factores que contribuyen a esta crisis, en un día que invita a la reflexión y la acción en pro de un aire más limpio.
¿Qué hace al aire de Lima tan contaminante?
Fernando Jiménez, docente del Departamento Académico de Ingeniería e investigador del INTE-PUCP, explica que la calidad del aire en Lima es “un reflejo de cómo ha evolucionado el sector industrial, junto con la cantidad y tipo de combustible que se utiliza». Según Jiménez, los principales contaminantes en Lima, como el material particulado fino (PM2.5), persisten debido a una combinación de factores específicos que dificultan su control.
En distritos como San Juan de Lurigancho y Ate, las concentraciones de PM2.5 han superado en algunos días el doble de los 25 µg/m³ recomendados para este contaminante. «El material particulado tiene dos orígenes, principalmente natural y antropogénico», señala Jiménez, destacando que Lima, al estar ubicada en un desierto, tiene una carga natural de material particulado en el aire.
No obstante, el problema se agrava por las emisiones del parque automotor y la actividad industrial. «Si ya vivimos en una ciudad donde no llueve, lo que incrementa la presencia de material particulado en el aire, y además le añadimos material por nuestra cuenta, terminamos con una combinación bastante complicada», comenta.
El PM2.5 es especialmente peligroso debido a su tamaño extremadamente pequeño, que le permite atravesar las defensas naturales del cuerpo y llegar hasta los pulmones e incluso al torrente sanguíneo, donde puede causar enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.
La persistencia de los contaminantes en Lima se debe a una compleja interrelación de factores que agravan la situación. Uno de los aspectos más preocupantes es el crecimiento urbano descontrolado que ha experimentado la ciudad en las últimas décadas. Este crecimiento acelerado no ha sido acompañado por una planificación adecuada, lo que ha generado una expansión desordenada.
«Lo que tenemos es una ciudad que ha sido modificada en algunos casos sin seguir un orden de planificación», enfatiza Jiménez. Esta falta de planificación ha resultado en una mayor densidad vehicular y en la expansión de áreas industriales hacia las zonas periféricas, donde las regulaciones son menos estrictas y la fiscalización es deficiente.
Los problemas económicos y sociopolíticos juegan un papel significativo en la perpetuación de la contaminación. La dependencia de vehículos obsoletos y combustibles de baja calidad refleja la precariedad económica de gran parte del sistema de transporte limeño.
Según el especialista, la falta de inversión en transporte público eficiente y la perpetuación de un sistema de transporte desordenado están vinculados a problemas estructurales más amplios, como el clientelismo político y la falta de voluntad para implementar cambios significativos.
Efectos profundos y de largo alcance
Según el último informe de la Dirección General de Epidemiología (DGE), la exposición prolongada a PM2.5 está correlacionada con un aumento del 15% en la incidencia de enfermedades respiratorias crónicas en Lima Metropolitana, y se estima que la contaminación del aire contribuye a más de 10 mil muertes prematuras anualmente, de las cuales 6 mil están vinculadas al tráfico vehicular.
El impacto ambiental también es significativo. El material particulado fino puede reducir la cantidad de luz solar que llega a la superficie terrestre, afectando la fotosíntesis en las plantas y, por ende, la productividad agrícola. De la misma forma, las partículas finas pueden depositarse en cuerpos de agua y suelos.