Opinión | Movilidad Apropiada
Escrito por Ing. Fernando Jiménez, Investigador INTE-PUCP.
Hace algunas décadas se acuñó el término de “tecnología apropiada” lo cual, en resumen, significaba apoyar a los países subdesarrollados para que utilicen aquella “tecnología intermedia” que era suficiente para ellos, principalmente porque no podrían utilizar tecnología más sofisticada o “de punta”. Es decir, un país en vías de desarrollo no solamente es tecnológicamente dependiente, sino que debería aceptar la tecnología que se le ofrecía, generalmente por medio de “apoyo” y de transferencia tecnológica limitada y poco eficiente.
En la actualidad, hace menos de una semana los principales fabricantes de vehículos de Europa han anunciado que tienen como objetivo para el 2020 producir masivamente vehículos eléctricos y este fin de semana China anuncia que dejará de fabricar motores de combustión interna y solamente fabricará vehículos eléctricos a partir del 2020. Independientemente de si estos planes se pueden llevar a cabo, hay que revisar el impacto que tendrían en nuestro país.
El primer aspecto a considerar es para que nos movilizamos, es decir a donde, y posteriormente en que momento y como lo hacemos. Debido a que no movilizarnos sería una posible propuesta que ya se discute, como el trabajo en casa, la educación y citas virtuales, entre otras posibilidades, que implica un análisis hasta de derechos y opciones no entraré a discutir este aspecto.
Respecto al momento, donde la simultaneidad es el problema, existe tecnología disponible para ordenar el derecho a un desplazamiento eficaz. En la actualidad es posible y necesaria una adecuada gestión del tráfico. Hay que tener presente que los problemas de congestión no se deben a que exista un elevado número de vehículos en Lima. De hecho, que el número de vehículos por habitantes es de las menores de las principales ciudades de Latinoamérica. El problema es el desorden, producto de la pobre infraestructura vial, mala o escasa señalización e inapropiada gestión del transporte público, que provoca efecto sinérgico con el comportamiento del conductor y como consecuencia el caos. Solo una autoridad unificada de transporte y tránsito podrá resolver esto y para que está en vías de concretarse.
En realidad, es el cómo movilizarnos el aspecto en el cual deberíamos centrarnos, porque se ha presentado una vez más la situación de una tecnología emergente, como la de los vehículos eléctricos que aparentemente es tecnología de punta para otros mercados, pero que en verdad es una gran posibilidad para el país. Solo mencionar que en la actualidad un vehículo eléctrico debería costar un 30% más que uno como motor de combustión interna, pero ahorra 70% en el precio por kilómetro recorrido y reduce las emisiones ambientales 80% (considerando que la energía eléctrica se genera tanto hidráulica como con combustibles en el país) con la consiguiente mejora de calidad de aire y la salud de la población, que es otro ahorro importante.
Finalmente es muy importante resaltar que los problemas de disponibilidad de energía eléctrica limpia (principalmente hidráulica) no los tenemos en el país. Solo mencionar que todo el consumo de combustibles líquidos (gasohol, diesel y GLP) para el transporte en Lima podrían ser sustituidos con el equivalente a la potencia instalada de 1650 MW (según datos de Julio del 2017). Si vemos que la potencia que tenemos como “reserva” es de 6500 MW (aproximadamente el doble de lo que usamos), es imperativo revisar la conveniencia de usar el 25% de esta disponibilidad para electrificar el transporte, no con “tecnología apropiada” ni “intermedia”, sino con la tecnología que nos permita una “movilidad apropiada” a nuestra realidad e intereses sociales, económicos y ambientales.
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