22 de marzo: Día Mundial del Agua
Escrito por: Sofía Castro, Coordinadora de Relaciones Institucionales, INTE-PUCP.
Cada 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua cuyo objetivo es generar conciencia en la población sobre la importancia que tiene el agua, su uso racional y su cuidado. Aunque no solo pensamos en el agua este día, cada 22 de marzo nos invita a reflexionar acerca de cómo enfrentar los desafíos de este recurso y cómo tomar acciones para su cuidado. Cada año se elige un determinado tema alrededor del agua y para el 2017 se eligió el de “aguas residuales”.
De acuerdo a UN-Water (2017), a nivel mundial, más del 80% de las aguas residuales de nuestras casas, ciudades, industrias y agricultura regresan al ambiente sin ser tratadas o reutilizadas. La misma fuente señala que, en los países de ingresos altos, el 70% de las aguas residuales pasan por un tratamiento antes de devolverla al ecosistema o antes de reusarla, mientras que, en los países de menores ingresos, este porcentaje se reduce considerablemente, incluso en algunos países de ingresos bajos, solo se trata el 8% de las aguas residuales municipales e industriales. El agua que se devuelve al ecosistema sin ningún tipo de tratamiento produce contaminación. A nivel mundial, cerca de 2 mil millones de personas utilizan una fuente de agua potable contaminada con el riesgo de contraer enfermedades como el cólera, fiebre tifoidea u otros. Estas enfermedades de origen hídrico, según la Organización Mundial de la Salud, causan la muerte de más de 800 mil personas cada año.
Sin duda estas cifras nos dan una idea del problema que significa las desigualdades económicas y geográficas. Los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) apuntan justamente a reducir estas desigualdades. Mejorar la gestión de las aguas residuales significa mejorar al menos seis de los ODS relacionados con el agua.
Las aguas residuales siempre se han consideradas como un pasivo a ser eliminado, ahora se han convertido en un recurso valioso para su aprovechamiento. Su uso o reutilización después de un tratamiento adecuado puede traer beneficios económicos para diversos sectores. Por ejemplo, en la industria, las aguas residuales pueden utilizarse dentro de un mismo proceso productivo o para otro diferente a través de la “simbiosis industrial”.
Estudios como los realizados por la PUCP y la Universidad de Leeds en el 2014: “La economía de las ciudades bajas en carbono y resilientes al Clima. El caso de Lima y Callao” muestran que el beneficio del tratamiento de aguas residuales supera a la inversión inicial y también contribuye a eliminar emisiones de metano, generar energía y además obtener un ahorro económico. Este tipo de inversiones no solo es una oportunidad de negocio y creación de empleo verde sino también generación de impactos positivos hacia la salud de las personas y del ecosistema. Otro tipo de medidas o inversiones “low cost” se puede pensar para el sector agrícola o para el doméstico. Por ejemplo, en nuestras casas, podemos usar el agua que utilizamos para cocinar los vegetales y luego utilizarla para regar las plantas.
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