Los grandes desafíos de la minería peruana
Escrito por: Jorge Luis Montero Cornejo, Ex-Viceministro de Minas del MINEM
Hace pocas semanas la segunda empresa del cobre más importante del Perú, Antamina, con una producción anual de 450,000 TMF detuvo sus molinos durante 12 días por la activa oposición de una comunidad campesina 60 kilómetros distante, dejando de producir 144 millones de dólares en concentrados y más de 20 millones de dólares en impuestos a la renta. Hace pocos días, la tercera empresa del cobre más importante del Perú, Las Bambas, con una producción anual de 420,000 TMF ha anunciado la suspensión indefinida de sus actividades a partir de mediados de diciembre por los constantes bloqueos de carreteras. Nunca antes ha sucedido algo así con la minería peruana a gran escala.
Entre ambos lamentables acontecimientos, el Ejecutivo anunció la decisión de no renovar los permisos y las autorizaciones para la exploración y la explotación minera en el sur de Ayacucho, imponiendo un cierre de minas prematuro a 4 operaciones en marcha, una de las cuales fue incendiada pocos días antes. La supuesta defensa política de las jalcas altoandinas (cabeceras de cuenca) justificó el violento portazo en la cara a estas minas. A pesar de las contramarchas posteriores del Ejecutivo, cuya factura aún no hemos pagado, nunca antes ha sucedido algo así con la minería peruana a mediana escala.
Mientras tanto, la minería a pequeña escala, mayoritariamente informal y con frecuencia ilegal, subsiste precariamente con muy pocos incentivos para transformarse y atrapada en el laberinto del Registro Integral de Formalización Minera (REINFO), una puerta siempre abierta para legalizar la comercialización de oro nativo de cualquier procedencia. Estos pequeños y numerosos negocios mineros probablemente representen más empleo que toda la minería formal (>200,000 puestos de trabajo) pero con graves daños ambientales por el uso indiscriminado del mercurio, explotación de personas, evasión tributaria y un constante desafío al Estado de Derecho. Entre los años 2015 y 2019, el MINEM registró una producción total de 720.41 toneladas de oro, sin embargo, en el mismo período, el Perú exportó 2,242 toneladas de oro según información de Aduanas. Las estadísticas revelan un marcado subregistro en la producción de oro que provendría de la minería informal y/o de actividades extractivas ilegales.
Este rápido vistazo de la minería peruana nos remarca, cuando menos, tres aspectos directos y críticos de la gestión minera: un relacionamiento social insostenible, una normatividad confusa respecto a la vida útil de una mina y su cierre progresivo, un descuido en la promoción y formalización de la pequeña minería y minería artesanal. Estos asuntos desatendidos o inconclusos evidencian otros aspectos más específicos y de gran importancia: la necesidad de impulsar la formulación de una Política Nacional de Minería que defina lineamientos, objetivos y servicios públicos; concluir el reglamento de cierre de minas y el reglamento del fondo minero para la pequeña minería y minería artesanal; acelerar la remediación de pasivos ambientales mineros; proponer una reforma técnica del canon, la consulta previa y ciertos aspectos de los estudios de impacto ambiental (EIA); fortalecer los servicios del INGEMMET; y promover activamente una cartera de 14 proyectos de construcción-mina que podrían duplicar en 5 años la producción nacional de cobre, el conductor fundamental de la electromovilidad y las energías renovables.
Finalmente, queremos recordar que el MINEM es la Institución pública con rectoría sobre tres sub-sectores fundamentales para la economía nacional: minería, energía eléctrica, hidrocarburos y gas natural, es decir, todo lo que tiene que ver directamente con la economía familiar, las MYPES y el bienestar de los peruanos menos favorecidos. Los servicios del MINEM deberían ser óptimos.
Es tarea del Gobierno velar por la sostenibilidad y competitividad de las principales actividades económicas, articulando visiones, intereses y necesidades, en el marco del Estado de Derecho, considerando que las circunstancias internacionales no aconsejan confrontar y debilitar sino, por el contrario, actuar en todo aquello que nos haga más fuertes y resilientes frente a la adversidad. Hagamos que esto sea posible.