El rol de los manglares en la lucha contra el cambio climático: el carbono azul y los Acuerdos de Paris, por Rosa María Román*
Ayer 26 de julio se celebró el “Día Internacional para la Defensa de Ecosistemas de Manglar”, a propósito de esta fecha, la especialista Rosa María Román, investigadora invitada de INTE-PUCP, nos brinda sus reflexiones sobre el papel tan importante que cumplen los manglares para hacer frente al cambio climático.
Los manglares ofrecen importantes servicios que benefician a la sociedad, desde provisión de materiales (e.g. madera, medicinas, comida, fibras), pasando por servicios de regulación (e.g. sedimentación y lucha contra la subida del nivel del mar); protección contra tormentas y oleaje incluyendo huracanes y tsunamis; filtraje de contaminantes en el agua; provisión de alimentos (e.g. muchos peces comerciales pasas sus primeros estadíos entre la protección de las raíces de los manglares); hábitat para el soporte de la biodiversidad costera; o de lucha contra el cambio climático (e.g. muy en particular sus funciones de almacenamiento de carbono en fustes y en suelo), que ayudan a reducir la cantidad de carbono que permanece en la atmósfera en forma de CO2 y que provoca el calentamiento del planeta. Pero a pesar de sus múltiples roles, los manglares sufren tasas de deforestación más elevadas que las selvas tropicales. Son removidos para el desarrollo de la industria hotelera, infraestructura deportiva o las altamente redituables piscinas de acuicultura (e.g. camaroneras, piscifactorias). Además, por ser árboles anfibios que viven entre la tierra y el mar y requieren simultáneamente de agua dulce y de agua salada y son muy susceptibles a los cambios en los regímenes hidrológicos (e.g. construcción de carreteras en la costa que altere el flujo del agua). Se estima que en los últimos 50 años se ha perdido el 50 por cierto de la superficie global de manglares en el planeta.
En la actualidad, de entre todos sus servicios, sus roles como adaptación y mitigación al cambio climático son los más populares bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático. Esto es así porque los manglares son Ferraris en capturar carbono de la atmósfera: sus tasas de crecimiento son 3 veces más rápidas que las de las selvas tropicales lluviosas y también acumulan 10-100 veces más carbono en el suelo que las selvas tropicales lluviosas, esto sucede gracias a que el suelo de los manglares está frecuentemente inundado y evita que se descomponga la materia orgánica y, en vez, se vaya acumulando. Bajo esta capacidad de ‘Ferraris de capturar y almacenar carbono’ se les nombra como Carbono Azul. El Carbono Azul hace referencia a cualquier ecosistema costero con alta capacidad de captura y acumulación de carbono y además de los manglares incluye también los pastos marinos y los humedales costeros.
Su rol de captura de carbono los hace populares bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Climatico. En el 2015 se aprobaron los Acuerdos de Paris y uno de los elementos que los países signatarios se comprometieron a desarrollar y a implementar fueron sus objetivos nacionales de reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero. Estos compromisos se conocen dentro de los Acuerdos de París como las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs por sus siglas en ingles). Bajo las NDCs los países ofrecen información transparente sobre cómo van a adaptarse al cambio climático y cómo van a contribuir a reducir las concentraciones de CO2 del planeta, mediante la reducción de sus propias emisiones nacionales en diferentes sectores: energía, transporte, industria, tratamiento de basura y las actividades del uso del suelo. Es bajo este último sector, que los manglares juegan un rol. Por su alta capacidad de secuestrar carbono y dejarlo almacenado en fustes y en suelo, los manglares son excelentes contribuyentes a las tasas de reducción de emisiones nacionales o NDCs. Aunque muchos países de América Latina y el Caribe ya incluyen las funciones de adaptación de los manglares bajo sus NDCs (como la protección contra el aumento del nivel del mar, los huracanes y marejadas), muchos no están cuantificando ni incluyendo las funciones de mitigación de los manglares. Una parte significativa de esta omisión se relaciona con las complejidades técnicas de crear sistemas de monitoreo forestal que permita analizar los cambios de área y de carbono que sufren los manglares tanto por actividades de deforestación como por actividades de regeneración, conservación o restauración.
El webinar sobre ‘Carbono Azul y NDCs’ que se realizó en el marco del programa SWAMP y en el marco de la colaboración entre CIFOR, el CATIE, CINVESTAV y la INTE-PUPC se abordaron precisamente las dudas técnicas que once Gobiernos de la región Mesoamericana y el Caribe identificaron como obstáculos para el desarrollo de estrategias de mitigación por Carbono Azul en sus países, y la posibilidad de que se incluyan como parte de sus metas nacionales de mitigación (NDCs). Este año 2020 es precisamente el momento en el que todos los países signatarios de los Acuerdos de París deberán re-enviar sus nuevos compromisos de mitigación bajo la Convencion Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (sus primeros compromisos fueron enviados en el 2015). Facilitar este proceso técnico, revisando opciones y alternativas de monitoreo forestal fue precisamente el objetivo del taller.
Ver video – Webinar sobre Carbono Azul y NDCs.
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Rosa María Román. Investigadora principal del proyecto Evaluación cuantitativa de la productividad de bosques secundarios costeros, andinos y amazónicos para el desarrollo de estrategias de restauración ecológica y aprovechamiento forestal.
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