Medicina y Antropología: ¿Interculturalidad, Interdisciplinariedad?
Escrito por: Luis Mujica Bermúdez. Investigador, INTE-PUCP.
Timothy Thomson, médico catalán, del Instituto Biología Molecular de Barcelona, adscrito al CSIC de España, tiene un proyecto de investigación en el Perú con la Universidad Cayetano Heredia. Su preocupación central es estudiar los genes relevantes en malignidad y desarrollar nuevos esquemas terapéuticos efectivos para abordar el problema del cáncer. Timothy expresó que para hacer su investigación debía conocer el mundo cultural donde debía ubicarse y para ello nos propuso desarrollar un coloquio que luego titulamos: Conocimientos en diálogo: “El cuerpo, la enfermedad y la salud: en la modernidad y en las culturas”.
¿Qué podían decir, en dicho coloquio, un médico y un antropólogo sobre el ser humano con metodologías e instrumentos de investigación distintos? La cita se dio y había un solo objeto del cual decir algo, pero con diferentes lenguajes. ¿Cómo se comporta el cuerpo humano en diferentes espacios, latitudes y altitudes? La medicina con la ayuda de la química había determinado que en algunos lugares el ser humano había logrado desarrollar genes que les permitía bucear 6 o 7 minutos en el agua y adaptarse a vivir en la altura a más de 4.500 msnm. La antropología con sus propios métodos mencionaba que el ser humano andino quechua era un sistema complejo de ukukuna (interioridades) y su sistema de auto compresión reconocía que tenía “tres almas” (samay, supay, animu).
En una segunda jornada, la medicina mencionaba que una “enfermedad” neurodegenerativa denominada kuru, en Nueva Guinea, que era atribuida al hechizo y se fue determinando que era el producto de la modificación de las proteínas que alteraba el tejido cerebral. Por su parte, la antropología quería mostrar los diferentes “causas” de las “enfermedades” (unquykuna) en la cultura andina. El término unquy era un estado de fragilidad o debilidad que el ser humano atraviesa por la presencia o ausencia de determinados factores que lo vulneran. Se reconocía que había “enfermedades” que son de “paso”, otros por la presencia de un agente externo en el cuerpo y otros por la ausencia del animu en el cuerpo.
El coloquio dejó el sabor de haber aprendido mucho uno del otro. El ser humano estaba ahí en su complejidad. Un micro cosmos que seguía siendo un misterio y que no se podía abarcarlo del todo; los lenguajes en cierto sentido también proyectaban cierta oscuridad, pero también, aparecían luces para reconocer más la dificultad en entender antes que resolver.
El uso de las lenguas (griego, latín, castellano, inglés, quechua) solo constituía una forma de querer señalar y capturar una realidad que permanecía huidizo a un solo lenguaje. Pero, los idiomas debían pasar por la mediación de disciplinas como la anatomía, medicina, química, sociología, geografía, física, antropología, psicología, filosofía y aun así no se logró comprenderlo ni aprehenderlo la problemática allí presente. Hasta aquí, el plano intercultural había sido en cierto modo favorable y se había permitido elaborar puentes para acercarnos mutuamente.
Sin embargo, ¿es posible hacer investigación entre disciplinas diferentes cuando sabemos que cada cual está determinada por sus métodos? ¿Qué lenguajes son pertinentes para hacer investigaciones interdisciplinarias? Esta es una pregunta que necesitamos responder en la práctica.
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