¿Es el Niño, la Niña o el Cambio Climático lo que afecta al Perú?
Ken Takahashi G., Ph. D., investigador científico de la Subdirección de Ciencias de la Atmósfera e Hidrósfera del Instituto Geofísico del Perú (IGP), fue entrevistado por el medio Sophimanía, respecto al origen de los desastres naturales que vienen azotando al país, a continuación transcribimos la entrevista completa:
Sophimanía-¿Cuál es la diferencia entre El Niño, La Niña y el Niño costero?
Ken Takahashi-“En el Perú, «El Niño» originalmente (desde el año *1892) se le llamaba al calentamiento de nuestra costa y sus impactos, como lluvias intensas en el verano. Luego la comunidad científica internacional usó este término para referirse al calentamiento en todo el Pacífico ecuatorial, pero eventualmente se le empezó a monitorear con las temperaturas en el Pacífico ecuatorial central (región Niño 3.4) ya que esta tiene más relación con los impactos en otras partes del mundo (no así para la costa peruana). La situación llegó a tal punto, que el significado de El Niño se volvió muy confuso en el Perú. Por esta razón, en el 2012 el Comité ENFEN introdujo los conceptos de «El Niño costero» (la versión original) y «El Niño en el Pacífico central» (la versión internacional más moderna), con «La Niña» como la versión fría en cada caso. Lo más confuso es que a veces podemos tener combinaciones como «La Niña en el Pacífico central» y «El Niño costero» al mismo tiempo (más o menos lo que está ocurriendo ahora)”.
*Los primeros documentos científicos sobre El Niño se refieren al evento «costero» de 1891 y se publicaron en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima. El primero (Carranza 1891) describió el evento en sí, describiendo incluso restos de cocodrilos en la costa de La Libertad acarreados desde Tumbes por la contracorriente. En 1892 se la bautizó como «corriente del Niño» (Carrillo 1892).
S-¿Qué tienen que ver el Niño o la Niña con las lluvias?
KT- “Tanto El Niño/La Niña costeros y del Pacífico central afectan al Perú, por lo que el ENFEN monitorea ambos. En particular, en verano El Niño costero puede incrementar las lluvias en la costa mientras que El Niño en el Pacífico central las suprime en los Andes. En el evento de 2015-2016, el segundo efecto fue el dominante, a pesar de que el calentamiento fue generalizado. Este año, El Niño costero está apoyado por rezagos de La Niña en el Pacífico central, de manera que ambos producen incremento de las lluvias”.
S-¿Qué tanto se pudo predecir lo que está ocurriendo ahora?
KT- “El evento en curso es muy distinto al de 2015-2016 en cuanto a los mecanismos físicos que lo generaron. El de 2015-2016 (igual que el de 1997-1998 o 1982-183) siguió el mecanismo de El Niño-Oscilación Sur (ENOS), en el que los vientos del oeste ecuatoriales empujan las aguas cálidas hacia nosotros y las tormentas que normalmente están sobre ellas también se desplazan al este, lo cual intensifica a los vientos del oeste, cerrando el proceso de retroalimentación positiva.
Este año, El Niño creció por un mecanismo similar pero más local, cerca a las Américas, pero que trabaja de norte a sur: vientos de norte a sur, y las aguas cálidas se desplazan hacia el sur junto con la banda de lluvias que llamamos la «Zona de Convergencia Intertropical», lo cual incrementa a su vez a las lluvias en la costa norte. Este mecanismo no ha sido muy común recientemente, pero fue el responsable de El Niño en 1891 y 1925, así que tampoco es novedad. Un problema con este mecanismo es que es bastante más rápido y no nos deja tanto tiempo para el pronóstico como el del ENOS.
S- ¿El Cambio Climático tiene algo que ver con lo que está sucediendo?
K- “Los efectos del cambio climático en El Niño difícilmente se verán en un año específico. La última evaluación del IPCC encuentra modulaciones interdecadales considerables en la amplitud y patrón espacial de El Niño dentro del registro instrumental, por lo que hay poco consenso en si los cambios observados se deben a forzantes externos o variabilidad natural o si estos ocurrirán en el futuro (resumen aquí). Sin embargo, estudios más recientes, sugieren cambios futuros robustos en los eventos extremos. Particularmente, una intensificación de las lluvias durante El Niño debido a la mayor humedad atmosférica (aún cuando las variaciones oceánicas de El Niño no cambien), además de temperaturas más calientes durante El Niño con el calentamiento global”.
A continuación pueden ver un resumen sobre esto último, es decir, sobre la afectación del cambio climático en los fenómenos existentes, preparado por el investigador Ken Takahashi para la 3ra Comunicación Nacional de Cambio Climático en el 2015.
El Niño y el Cambio Climático
El Niño y La Niña, como se conoce al calentamiento y enfriamiento anómalo, respectivamente, en el océano Pacífico tropical forman parte del fenómeno conocido como El Niño-Oscilación Sur (ENOS) y son la principal causa de las variaciones interanuales del clima en nuestro planeta. Según el reporte reciente del IPCC (Christensen et al., 2013), ENOS ha presentado modulaciones considerables en su amplitud y patrón espacial dentro del periodo con datos instrumentales, las cuales pueden ser simulados por modelos climáticos sin forzantes como emisiones de gases invernadero, ciclos solares, erupciones volcánicas, etc. (ej. Wittenberg, 2009), por lo cual hay baja confianza y poco consenso en si los cambios observados en ENOS puedan ser atribuidos a la influencia del hombre, a otros forzantes externos o a variabilidad natural. Si bien se indica alta confianza en que ENOS continuará siendo el modo dominante de variabilidad climática interanual, los cambios futuros en la intensidad de El Niño en los nuevos modelos CMIP5 son dependientes de los modelos y no se distinguen significativamente de modulaciones naturales (Stevenson, 2012), por lo que continúa una baja confianza en cualquier cambio específico proyectado en su variabilidad en el siglo 21.
Debido al calentamiento promedio, en el futuro habrán mayor frecuencia de eventos cálidos extremos (Collins et al., 2013). O sea que, aún si las fluctuaciones cálidas durante El Niño se mantuvieran iguales, la costa peruana alcanzaría mayores temperaturas durante estos eventos en el futuro (Coumou et al., 2013). Similarmente, la combinación del aumento promedio de nivel del mar asociado al cambio climático futuro (Church et al., 2013) con el que ocurriría durante El Niño (ej. Pizarro et al, 2001), producirá valores más extremos durante estos eventos. Además, debido a la mayor disponibilidad de humedad atmosférica, la variabilidad en las lluvias a escala regional probablemente se intensificará (Trenberth, 2011). Es particular, varios modelos climáticos indican que las lluvias que actualmente solo se observan durante los eventos El Niño extraordinarios (ej. 1982-83, 1997-98) podrían observarse con el doble de frecuencia bajo escenarios climáticos pesimistas (Power et al., 2013; Cai et al., 2014), a pesar de que solo algunos modelos muestran un aumento en la frecuencia de los eventos El Niño extraordinarios, en términos del calentamiento de la costa peruana (ej. Latif et al., 2015). Sin embargo, estos resultados deben tomarse con cautela, ya que la mayoría de los modelos simulan un clima actual exageradamente lluvioso y cálido para la costa peruana (Flato et al., 2013), pudiendo arrastrar el error a la estimación del cambio climático y a la representación de los mecanismos físicos particulares en esta región que permiten el calentamiento amplificado durante El Niño extraordinario (Santoso et al, 2014; Takahashi y Dewitte, 2015).
Además de los impactos directos de El Niño en la costa peruana, el calentamiento y enfriamiento en el Pacífico central se asocian a menores y mayores lluvias, respectivamente, en los Andes y Amazonía (Lavado-Casimiro y Espinoza, 2014). Si bien desde el año 2000 se han observado los eventos El Niño han estado principalmente limitados al Pacífico central (ej. Yeh et al., 2014), no es claro si esta tendencia continuará en el futuro (Taschetto et al, 2014). Sin embargo, la frecuencia de los eventos La Niña extremos, que enfrían principalmente el Pacífico central, ha venido aumentando en los últimos 50 años (Takahashi et al., 2011) y los modelos coinciden en que esta tendencia continuará en el futuro (Cai et al., 2015), aunque no es claro aún si esto implicará un aumento en la frecuencia de años lluviosos en nuestros Andes y Amazonía.
La variabilidad natural interdecadal puede tener mayor efecto sobre ENOS que el cambio climático sobre las siguientes decenas de años. En particular, la fase decadal fría en el Pacífico iniciada aproximadamente en el año 2000 parece estar asociada a la reducción de la actividad de ENOS en la costa peruana (Choi et al., 2010; Chung y Li, 2013; Xiang et al., 2013). En las próximas décadas, mientras que un potencial efecto sobre ENOS de la superposición del cambio climático y la probable transición a una nueva fase decadal cálida en los próximos años podría ser un aumento en la intensidad de El Niño y la frecuencia de El Niño extraordinario como ocurrió a fines de los años 70 (Wang & An, 2001).
Revisa la nota completa Aquí
Fuente: Sophimanía
Foto: Universidad de Piura